El Bautismo de Cristo… continuación del anterior.
Esta es una de las primeras obras de Piero della Francesca. Fue un artista itinerante, que trabajó en diversas localidades del centro y norte de Italia, en una actitud comparable a otros contemporáneos como la de Leon Battista Alberti , arquitecto y profundo conocedor de las matemáticas como él.
Piero Della Francesca
En 1439 se traslada a Florencia, donde es aprendiz de varios maestros. Tras varios años, emprende largos viajes por Italia, llegando a ciudades como Roma o Urbino.
El cuadro representa la figura de Cristo en el centro geométrico de la composición. San Juan Bautista vierte el agua del Jordán sobre su cabeza, ante la presencia del Espíritu Santo, simbolizado por una paloma blanca. Detrás aparece un catecúmeno en actitud de desvestirse para ser bautizado a continuación, y al fondo varios personajes vestidos con ropas bizantinas.
Hay un paralelismo cromático entre las figuras de Cristo, el catecúmeno y el tronco del árbol situado a la izquierda del río Jordán, todos de un blanco que recuerda al de las estatuas. La propia figura de Cristo inclina la cadera en un suave contraposto típico de la escultura clásica. El árbol, por su parte, divide verticalmente el cuadro siguiendo la proporción áurea, y separa la escena principal del grupo de tres ángeles situado a la izquierda.
. A este respecto destaca la capacidad para integrar las figuras en el paisaje, enfatizando sus características volumétricas mediante el empleo de una luz cenital, blanca y uniformemente distribuida, que anula las sombras, atenúa los colores y da homogeneidad a toda la composición. Presenta con inusitado detallismo algunos elementos secundarios, como las plantas, las hojas de los árboles, los tonos de las montañas y los reflejos del agua, producto de una concienzuda observación de la naturaleza. Finalmente sobresale el empleo de la perspectiva y la capacidad de ordenar geométricamente las figuras, estas, están tratadas como si fuesen formas arquitectónicas, tanto el árbol como el cuerpo de Cristo nos recuerdan una columna.
La posición del árbol sigue la proporción áurea. Así la parte derecha de la imagen es 1,618 veces mayor que la de la izquierda, supo aplicarlo gracias al estudio de las matemáticas de Elucides que influyó en él durante toda su vida.

Las nubes aplastadas, con forma de platillo volante, aparecen en algunas otras de sus obras. Se trata de altocúmulos lenticulares, unas nubes que Piero della Francesca conocía bien, ya que cuando inciden sobre los Alpes vientos fuertes del Norte, se generan “ondas de montaña” a sotavento de esta gran cordillera, apareciendo este tipo de nubes en los cielos del norte de Italia. Colocando esas pintorescas nubes como telón de fondo, el pintor establece un curioso paralelismo al dibujar la paloma que representa el Espíritu Santo con un aspecto muy similar a las citadas nubes. Aparte de la distribución en hileras de las nubes en el cielo –fiel reflejo de la realidad– también el detalle de la nube reflejada en las aguas del sinuoso río Jordán; lugar en el que San Juan Bautista está bautizando a Jesús.
Los pintores y artistas florentinos impusieron toda una serie de investigaciones tendentes a conseguir un nuevo «sistema de representación» (Antes Cristo estaba sumergido en el agua del Río Jordán, sin perspectiva, etc.) capaz de articular un espacio natural, continuo y tridimensional, en definitiva se buscaba una representación con la suficiente «verosimilitud» y consistencia que reflejara esa nueva realidad natural.
El Consejo de Florencia (1439), cuyo objetivo era la unificación de las Iglesias occidentales y orientales se confirma también por la presencia, detrás de los neófitos de la derecha, de figuras vestidas de forma oriental.
(Detalle)
Piero della Francesca era conocido en su época como una autoridad en la perspectiva y la geometría: su atención al tema se mostró por el brazo y la pierna de Juan, que forman dos ángulos del mismo tamaño. Siglos después numerosos pintores usaron este recurso, sin ir más lejos los «Jugadores de cartas» de Paul Cezanne.
(Detalle)
Piero della Francesca está documentado en el 22 de abril de 1482, donde alquiló «una mansión con un pozo». Aquí se dedicó a la escritura del Libellus de quinque corporibus regularibus, terminado en 1485 y dedicado a Guidobaldo da Montefeltro. En sus últimos años, pintores como Perugino y Luca Signorelli visitaron frecuentemente su taller.
Aunque actualmente su obra ignorada por completo. Según Giorgio Vasari, «…los artistas le otorgaron el título del mejor geómetra de sus tiempos, porque seguramente sus perspectivas tienen una modernidad, un mejor diseño y una mayor gracia que ninguna otra».Es Vasari también quien dice que en estos últimos años se vio afectado por una grave enfermedad de los ojos que le impidió trabajar. Por ello abandonó la pintura y se dedicó exclusivamente a su obra teórica, que escribió dictándola.
Murió en Sansepolcro en 1492, el mismo día que Colón llega a tierras americanas. Fue sepultado en la abadía de Sansepolcro, hoy el Duomo.