“La verdadera obra de arte no es más que una sombra de la perfección divina.” Michelangelo Buonarroti
Los cielos son atrayentes, imprevisibles… hablan muy bien de quien logra capturar «el momento» tanto en fotografía como en la pintura. !!Son Expertos!!!
Constable afirmó: «La forma de un objeto es indiferente; la luz, la sombra y la perspectiva siempre lo harán hermoso»
Un pintor de nubes por excelencia, John Constable (1776-1837), quien puso todo su empeño por representar de forma precisa los cambiantes cielos de la campiña inglesa. Constable, tuvo desde niño un interés romántico por las nubes, que se fue convirtiendo en un interés científico. Pintó con reiteración los paisajes de la región inglesa de Suffolk, el lugar que le vio nacer, llegó a autodefinirse como “el hombre de las nubes”, con él la pintura inglesa y gracias a su basta obra, se acuñó el término «manera inglesa» en la exposición celebrada en París en el año 1804.
Constable recorrió los paisajes británicos con su caballete, inspirándose para sus obras en la visión directa de la naturaleza y apoyándose, por supuesto, en su dominio del dibujo adquirido gracias a su formación en la Academia Real de Londres. A la hora de acometer una obra, realizaba tres o cuatro bocetos, aplicando, a continuación, una solidísima paleta de gran consistencia sobre la que, aprovechando el grosor de la materia, aplicaba unos toques blancos que conferían al paisaje una enorme brillantez.
Para él, tiene gran importancia el claroscuro de la naturaleza, el cual utiliza de manera descriptiva diluyendo el color del fondo y jugando con los contrastes dramáticos entre luces y sombras. Para él, puesto que la representación del paisaje lleva implícito un elemento dramático, no hay nada mejor que subrayar ese dramatismo por medio de la luz.
Por eso, se considera a Constable un maestro en el uso de la mancha a la hora de captar los volúmenes, algo que queda de manifiesto en sus representaciones de árboles, nubes, agua, gracias a su práctica de salir al campo al encuentro directo con la naturaleza, fue capaz de captar paisajes descriptivos…anecdóticos.
Da gran importancia el claroscuro de la naturaleza, diluyendo el color del fondo y jugando con los contrastes dramáticos entre luces y sombras. Para él, «no hay nada mejor que subrayar ese dramatismo por medio de la luz».
Se preocupaba por el paisaje sobre todo, por los efectos ambientales de la luz sobre la naturaleza. Elige paisajes con nubes inestables, en los que el aspecto cambia de un momento a otro.
No fue un paisajista común
Centró su interés en los cielos motivo principal de la mayoría de sus cuadros. Quiso entender cómo se comporta la atmósfera y para ello se convirtió, de forma autodidacta, en un estudioso en la materia y minucioso observador meteorológico. En la parte trasera de sus estudios de nubes, anotaba qué tiempo hacía mientras ejecutaba sus obras, la mayoría de las cuáles le llevaban poco más de una hora de trabajo. En algunos casos dejó escritos datos y comentarios muy precisos de un indudable interés meteorológico.
Obras: numerosas y muy buenas
Entre los años 1816 y 1825 produjo: La bahía de Weymouth, Caballo blanco, El Faro de de Harwich, La catedral de Salisbury y La carreta de heno. Con esta última obra obtuvo la Medalla de Oro en el Salón de 1824, en París. La crítica lo acogió elogiosamente considerándolo ejemplo de vanguardia en la representación naturalista del paisaje. Fue pintado en 1821, las nubes, parecen estar dotadas de movimiento y algunas de ellas,las más oscuras, amenazan lluvia.
Influyó de manera significativa en los pintores de entonces entre ellos: Delacroix, Géricault y pintores de la Escuela de Barbizon, puede decirse que fue la clave para el futuro impresionismo.
La importancia que Constable da al cielo en sus pinturas queda reflejada en un comentario que hizo en una carta, fechada el 23 del octubre de 1821, al entonces obispo de Salisbury, su amigo John Fisher. Dice: “[los cielos] deben ser, y así será siempre en mi pintura, una parte importante de la composición. Sería difícil citar un tipo de paisaje en el que el cielo no sea la ‘tónica’, el nivel de la ‘escala’ y el principal ‘órgano del sentimiento’ […] El cielo es la fuente de la luz en la naturaleza y lo gobierna todo.”
A partir de 1825, se produce un punto de inflexión en su obra y paulatinamente se va viendo en ella un naturalismo más sombrío y melancólico, de añoranza, donde los paisajes se cargan más de sentimiento. El naturalismo de sus primeros años da paso a un expresionismo y subjetividad mayores.
Su técnica
Era infalible: pequeñas manchas y trazos superpuestos. Aplicaba una pasta espesa, a veces con espátula, esto lo que le aleja de la limpieza y luminosidad de otros artistas británicos de la época, cultivadores de la acuarela, la técnica más de moda.
Los cielos su gran obsesión
Durante los años 1821 y 1822, John Constable llevó a cabo, de forma sistemática, una serie de estudios de nubes pintados al óleo, elaborados a partir de los numerosos bocetos que el pintor dibujó al aire libre en sus frecuentes paseos por los alrededores de Hampstead. A través de más de un centenar de pinturas trató de plasmar la realidad cambiante de la atmósfera local, en un intento por comprender ese comportamiento. Dicha tarea fue llamada “skying” por Constable, en su intento por inmortalizar, gracias a su aguda visión, el fascinante espectáculo nuboso.
“Estudio de nubes, horizonte con árboles”, dibujado el 27 de septiembre de 1821. En el se percibe la minuciosidad con la que un naturalista retrata las nubes, su gran obsesión, y por otro, la componente poética que encierra, haciéndonos partícipes de la emoción y de la sensación placentera que provoca en nosotros la observación del cielo.
Describió este cuadro diciendo: “Las nubes se amontonan formando masas de gran densidad y aparentan desplazarse desde lo alto con lentitud; por encima de estas grandes nubes aparecen otras, numerosas y opacas, pequeñas, que pasan con rapidez frente a ellas… Flotan mucho más cerca de la tierra y quizás puedan precipitarse con una corriente de viento más fuerte que, junto con la liviandad que las caracteriza, incide en que se trasladen a gran velocidad.” Una descripción como ésta sólo puede provenir de una persona con unas grandes dotes de observador meteorológico.
La celeridad con la que el artista lo pintó está justificado en sus estudios de nubes: quería capturar instantáneas del cielo, algo que sólo era posible ejecutando con rapidez sus bocetos, antes de que el aspecto del cielo cambiara demasiado. Emulando, si se quiere, a la fotografía que por esas épocas comenzaban los estudios serios de Niepce y Daguerre.
Sus bocetos de nubes los completaba luego con información precisa acerca del tiempo reinante. Esto, ha dado pie a investigaciones en las que se han cotejado esos datos aportados por el pintor con los registros meteorológicos que ya por aquella época comenzaban a tomarse en Londres y en otros lugares de Inglaterra.
Un tema: Stonehenge
Su Stonehenge donde pone de manifiesto su expresionismo. Es una acuarela que realiza dos años antes de su muerte.
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Los cielos …siempre un espectáculo!!!!