Claude Monet nació en París en 1840, y a los cinco años se trasladó con su familia a Le Havre, la ciudad portuaria ubicada sobre la margen derecha del río Sena sobre el Canal de La Mancha. Entre las obras que pinta en su puerto...
Claude Monet Impression, soleil levant, 1872, pintado en el Puerto de El Havre.
esta es la más representativa debido a ella reciben el titulo de «Impresionistas» todos los que siguieron esta corriente pictórica de fines del siglo XIX… que Monet tanto amó e inmortalizó y que jamás abandonó.
En los alrededores de Le Havre, está el antiguo puerto pesquero de Sainte-Adresse, donde su tía Sophie tenía una casa. Se puso de moda como destino vacacional cuando Sarah Bernhardt compró una casa, eso atrajo cantidad de público en general, artistas, inversionistas, también a pintores. Allí realizó numerosas obras entre ellas:«Regatas en Sainte Adresse» y su célebre obra «Terraza en Sainte-Adresse».
Por allí pasaron todos los miembros de este movimiento pictórico, atraídos por su luz.La región es calificada con frecuencia como «cuna del impresionismo», ya que en ella nacieron y crecieron los más grandes maestros de esta corriente pictórica, como Eugène Boudin, Edgar Degas o Raoul Dufy. Monet pintó casi todos los rincones de su hermosa costa. Esta región actualmente ha organizado hasta doce rutas para seguir los pasos de los impresionistas y cada año celebra un Festival Impresionista en Normandía que se realiza entre abril a septiembre de cada año desde el 2010.
A lo largo de su carrera Monet pintó multitud de obras dentro de series (Catedral de Ruan) tratando de captar los efectos temporales de la luz y la naturaleza en sus motivos. Y a la serie de pinturas de nenúfares dedico los últimos treinta años de su vida, parte de estas obras, padeciendo cataratas.
En 1883 alquiló una casa en Giverny (Normandía), que acabó adquiriendo en 1890. Allí se instaló con su segunda mujer, Alice Hoschedé, y sus ocho hijos. Tres años después compró el terreno anexo a la vivienda para crear su paraíso particular: un idílico jardín de 15 hectáreas plagado de especies florales y árboles exóticos, con un puente japonés –amaba el arte oriental, tenía una colección de estampas de la que estaba orgulloso– y un estanque de nenúfares: su pasión.
Decía: «Mi más bella obra maestra es mi jardín»
Los Nenúfares
Allí, en su delicioso jardín, Monet pintó sus amados Nymphéas (Nenúfares) por el resto de su vida. Su composición resulta tan libre, que sus obras son cercanas a la abstracción. Los nenúfares serán la obra que inspire las composiciones de Cezanne y las formas de los artistas cubistas como Braque o Picasso.
Nymphéas (Nenúfares) no se refiere a un cuadro en concreto, sino a una serie completa de Monet. Durante su vida, este genio impresionista pintó cientos de obras protagonizadas por nenúfares. ¡Más de 250! que están dispersos en numerosos y famosos museos de todo el mundo!!!
Algunas desaparecieron, en 1958, el MOMA sufrió un terrible incendio, dañando piezas irrecuperables, entre ellas obras de Monet.
A veces sus «nenufares» se convertía en una violenta frustración, tal es así que en 1908, Monet destruyó 15 de ellas, justo antes de que fueran exhibidos en la galería Durand-Ruel en París. El artista estaba tan descontento con las pinturas que decidió destruirlas.
La Casa Museo de Claude Monet en Giverny
Claude Monet residió en Giverny durante más de 40 años, hasta su muerte el 5 de diciembre de 1926.
Dentro de los muros de su propiedad, lo más preciado para Monet era, su jardín que se convirtió en su gran hobby.
El pintor importó nenúfares procedentes de Egipto y América del Sur, lo que enfadó a las autoridades locales, que le exigieron eliminar las plantas antes de que envenenaran el agua de la zona. Sus cuidados, llegaron a ser tan especiales, que hubo que aumentar la temperatura del agua del estanque, construir presas etc. provocando la indignación de los habitantes de la localidad.
Las obras de la serie Nenúfares no fueron bien valoradas por la crítica de la época.
Se consideraron desordenadas, caóticas, fruto de la visión borrosa de Monet, más que de la visión propia y creativa de un gran artista.
“…crear un refugio de meditación”
En 1918, Monet completó una serie de 12 pinturas con las que él pretendía llenar las paredes de una habitación, creando “la ilusión de un todo sin fin”. En estas últimas obras, las formas están ya prácticamente disueltas en manchas de color. Muchos historiadores de arte y también oftalmólogos afirman que al sufrir Monet de cataratas, el artista veía tras un filtro borroso y amarillento. De hecho, tras ser operado, volvió una temporada a su estilo anterior.
Luego del armisticio del 11 de noviembre de 1918 y como símbolo de paz, Claude Monet decide ofrecer sus Nenúfares a Francia para ser instalados de acuerdo a sus planes en el Museo de L’ Orangerie que inaugura la muestra en 1927.
El Musée de L’Orangerie
Este conjunto único, verdadera «Capilla Sixtina del Impresionismo», según la expresión de André Masson en 1952, ofrece un testimonio de la obra final de Monet, concebida como un verdadero ambiente, y que corona el ciclo de los Nymphéas comenzado casi treinta años antes.
El conjunto es una de las más grandes realizaciones monumentales de la pintura de la primera mitad del siglo XX.
Monet realizó las pinturas en paneles alargados de 220 cm de alto y 600 cm de ancho, el mismo formato que el utilizado por los publicistas para los carteles publicitarios. La idea del artista era colocar los paneles en una estancia circular de modo que el espectador pudiera observar la evolución de estas preciosas plantas acuáticas en diversos momentos del día y sobre todo los cambios producidos por el paso de las estaciones.
Es una muestra única, no tiene igual en el mundo los nenúfares donados al Estado francés por el artista. La dimensión y la superficie cubierta por su pintura rodean, envuelven al espectador durante más de cien metros lineales, en los cuales, se despliega un paisaje acuático, nenúfares, ramas de sauce, reflejos de agua, árboles y nubes que da la «ilusión de ser un todo sin fin, una onda sin horizonte y sin orilla» según las palabras del autor.
El edificio del Museo, originariamente el invernadero de naranjos en el Jardín de las Tullerías. Fue diseñado en su momento por el arquitecto Firmin Bourgeois quien comenzó su construcción y terminado por Ludovico Visconti en 1852. Este invernadero se encuentra en la esquina sudoeste del Jardín y sus paredes de vidrio de dan al sur le permitían recibir todo el sol. Diseñado en un estilo clásico para que no desentonaba con la Place de la Concorde; en el lado noroeste se encuentra el Jeu de Paume, estructura gemela al Invernadero que albergaba a dos pistas de tenis, actualmente se utiliza para exposiciones de arte con la especialidad de video y fotografía.
Para adaptar el vivero a museo se convocó a la arquitecta y jefe del Louvre Camille Lefèvre.
El 31 de enero de 1927 la compañía Laurent-Fournier acordó instalar y montar los paneles, en un proceso que involucraba pegar el lienzo directamente a las paredes. Las pinturas estuvieron en su lugar el 26 de marzo de ese año. El 17 de mayo de 1927 las «Nymphéas» de Monet se abrieron al público, en el Museo de l’Orangerie… pero Monet no vivió para verlo, había muerto cinco meses antes.
Las salas ovales, un vestíbulo amplio, completamente vacío y pintado de color marfil, con sólo un tragaluz circular, libre de sonidos del exterior nos prepara para lo que vamos a ver en las salas. Experimentar con las sensaciones que despierta esta magnifica obra del gran impresionista francés.
En París hay más de 140 museos para todos los gustos y placer. Algunos son «visitas obligadas» para cualquier turista, como El Louvre o el Musée d’Orsay , el Musée de l’Orangerie que se encuentra en el Jardin des Tuileries, entró en esa categoría: alberga “Les Nymphéas”, los impresionantes murales pintados por Monet.
Desde 1950 el Musée de l’Orangerie incorporó cien nuevas obras de arte, añadiendo un segundo nivel sobre las salas ovales de “Les Nymphéas”, donde se exhiben pinturas de Picasso, Renoir, Matisse, Derain y muchos más.
La viuda de Paul Guillaume, Jean Walter, donó su colección de arte moderno a los Museos Nacionales de Francia, en 1958. L’Orangerie ha albergado la colección Walter-Guillaume de pintura impresionista, de los siglos XIX y XX, desde 1965.
Un descubrimiento inesperado…
La refacción realizada a fines del siglo XX contó con una sorpresa arqueológica: los restos de una muralla que rodeó París en el siglo XVII, construida por Luis XIII conocida como “Les Fossés Jaunes” por estar realizadas con bloques de piedra caliza de color amarillo.
Aquí, un excelente video de como pintaba este genio del impresionismo. Nos introduce en su arte y nos ayuda a comprender «los porques» de sus obsesiones y para valorar aun más la dimensión de su obra.