En este autorretrato de 1493 muestra un Cardo símbolo de la fidelidad desde los tiempos de Plinio por eso se supone que estaba destinado a su novia Agnes Frey
Contradictorio personaje para una época de cambio, para unos Durero es un teórico, y lo es, tanto, que parece cambiado de siglo, podría pasar por un neoclásico e incluso mas como un libertario pre-rafaelita en su forma de pensar el arte, pero siendo un profundo creyente con una gran respeto hacia la religión católica al mismo tiempo, aún conociendo a Lutero y Erasmo al final… no los apoyó.
«Representaremos a Venus como la más bella y le daremos castamente los mismos rasgos a la Santa Virgen, Madre de Dios».
«Hay que hacer pagar caro el arte, ninguna suma debe ser suficientemente elevada porque el arte es divino y justo».
Para otros es un técnico, y lo es, pareciera que de pintura no sabia nada como si fuera un vulgar ilustrador de la época, si no fuera porque nadie antes había ilustrado, a la izquierda las letras a la derecha la ilustración. No hacía nada vulgar sino que tocaba las técnicas mas avanzadas, la mas alta tecnología de su tiempo, placas de grabados perfectas con las que ahora mismo se podría lanzar una tirada.
Como dibujante no tenía precio y cuando se puso a pintar demostró que lo hacia muy bien.
Jesús – Niño entre los doctores. El detalles de las manos perfectas. Los rostros de los doctores perplejos, pensativos asombrados todo un trabajo de Psicología desarrollado perfectamente.
Adá y Eva – Bellos jóvenes y naturales, miradas y gestos con la sencillez propia de las cosas perfectas, la mejor pintura del Durero
Dürer es la derivación de la palabra alemana Tür, que significa «puerta», éste es el significado del apellido de su padre, orfebre Albretch Atjós, húngaro.
El modo más directo que tendremos de encontrar la marca de Durero será en sus propios cuadros y grabados, donde frecuentemente inscribe su monograma: una elegante A mayúscula que encierra la D de su apellido. Con las dos iniciales construye un símbolo estético y característico, Durero firmó todas sus obras, excepto a las que el artista no concedía valor como obras de arte.
Dada la alta estima que tenía de sí mismo, este hecho sirve para dar cuenta de qué era arte y qué no lo era en su época.
Durero no firmó ni anotó, por ejemplo, las acuarelas sobre paisajes que realizó en su primer viaje a Italia. En Venecia Durero conoció la obra de Bellini, Mantegna y los grabados de Pollaiuolo, de allí aprendió la técnica. En 1494 ya estaba de regreso en Nüremberg y su formación podía darse por terminada, de modo que Alberto abre su propio taller, (uno de sus alumnos Baldung Grien). Federico el Prudente, protector de Lutero, viajó a Nüremberg y le encargó su propio retrato y un altar, las primeras obras de Durero en lienzo. Le encargaban sobre todo retratos: entre ellos se cuentan los del matrimonio Tucher, el de Oswolt Krel y su Autorretrato como gentilhombre que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid.
Su faceta más revolucionaria la encontramos como grabador y consiste en la serie de xilografías del Apocalipsis realizadas en 1498, resultan el contrapunto de otra gran obra de este mismo año, la Última Cena que Leonardo da Vinci había pintado para Santa Maria delle Grazie. Las xilografías del Apocalipsis introducen varias novedades: por primera vez Durero introduce su famoso monograma AD. El artista conjugó una página de texto con otra de imagen, creando de este modo una narración doble, literaria y plástica, que se acompañaban y realzaban mutuamente. El libro del Apocalipsis marcó el cenit de la carrera de Durero. Su obra comenzó a ser imitada por todos los rincones.
En el año 1500, obsesionado por la teoría de la perspectiva y las proporciones humanas, se puso en contacto con el pintor veneciano Jacopo Barbari para que le adiestrara en estos temas. El año 1505 se reprodujo un virulento rebrote de peste, por lo que Durero marcha por segunda vez a Venecia. Ya no era el joven pintor que deseaba completar su formación y fue recibido como un gran artista. Su primer acto en Venecia fue entablar juicio con Marcantonio Raimondi, que copiaba sus grabados. El tribunal le condenó a reproducir el monograma de Durero y a no copiar a nadie más, lo que aseguró y difundió la fama de Durero de una manera perfecta. 1506, marcha a Bolonia y a Florencia. Allí ve obras de su contemporáneo, Leonardo, de quien toma algunos rasgos.

Arco, ciudad fortificada, estaba al norte del lago Garda, en los Alpes. Las acuarelas con vistas de los paisajes alpinos que Durero atravesó en su viaje a Venecia forman hoy un conjunto muy destacado por la presencia de paisajes independientes en la producción de este pintor. No tenían la consideración de obras de arte, sino que funcionaban como herramientas de taller, es decir, recursos para luego rellenar los fondos de paisaje en las grandes composiciones del maestro.
Durero se encuentra con Erasmo de Rotterdam y le retrata; el humanista también conocía al artista, La década de 1520 marca el apogeo de las tensiones religiosas en Alemania. Durero se hizo eco de las mismas. Al principio de las predicaciones de Lutero, Durero se mostró entusiasta de la renovación espiritual. Erasmo era otro de sus puntos de referencia pero renunció a ellas.
El 6 de abril de 1528 Durero muere. Su amigo Willibald Pirckheimer escribió su epitafio:
«En memoria de Alberto Durero. Todo lo que en él había de mortal está enterrado bajo este túmulo».
Y tenía toda razón